sábado, 21 de marzo de 2015

Autocontrol.

DIEZ HÁBITOS DE AUTOCONTROL EMOCIONAL.

Si sabemos cómo y por qué sentimos de una determinada manera estamos en capacidad de manejar mejor las emociones.
En mi trabajo diario veo la necesidad cada vez más clara de poner en práctica la Inteligencia Emocional, un concepto  que puede resultar familiar para algunos, pero desconocido para otros.  Esta consiste básicamente en desarrollar la habilidad para detectar y entender nuestras propias emociones, es decir, saber denominar claramente el estado de ánimo en el cual nos encontramos, identificar la manera en que éste afecta nuestro comportamiento y  decidir la forma como  expresamos los sentimientos que éstos generan.  Hacerlo nos permite comportarnos con seguridad, tomar decisiones más acertadas, tener una mejor relación con los demás y saber cuándo cambiar el rumbo.  

El autocontrol de las emociones es un hábito que se adquiere. Algunas acciones nos permiten manejar de mejor manera nuestro mundo emocional.


1.   Llevar las emociones a palabras concretas, es decir describir las experiencias y calificar los sentimientos. Aunque no siempre resulta fácil este ejercicio, si es de gran utilidad a la hora de entender con claridad los propios sentimientos o interpretar mejor lo que el otro está experimentando.
2.   Cuestionar algunas reacciones frecuentes y ciertos hábitos que vemos como “normales”. En muchas ocasiones validamos reacciones incontroladas e inadecuadas como algo natural y aceptable, porque, como se dice popularmente, “Yo soy así”.
3.   No negar emociones como la rabia, el miedo y la tristeza. Reprimir estas emociones, pretendiendo controlarlas, puede generar mayor ansiedad. Es necesario entender que es válido experimentar todas las emociones, el problema es cuando las manifestamos de manera inadecuada.
4.   Romper con los círculos viciosos de pensamientos negativos que estimulan los estallidos emocionales.
5.   Evaluar las reacciones exageradas para ver qué hay detrás de ellas y, así, poder identificar si responden a una emoción del momento o a problemas más profundos.
6.   Potenciar las experiencias, las situaciones y las emociones positivas, así como las distintas maneras de reaccionar que han contribuido a solucionar una situación problemática.
7.   Identificar las señales físicas que acompañan a un desborde de las emociones. Determinar cuáles pueden ser  las alarmas que lo previenen para no dejarse manejar por la emoción.
8.   Puntualizar cuál es la relación que hay entre la emoción y la reacción. ¿Qué tan acertadas o no son las  reacciones?. Si se le salió de las manos, reflexione sobre los posibles motivos.
9.   Examinar qué pensamientos, personas o situaciones refuerzan  la permanencia de una emoción determinada o estimulan  el  descontrol.
10.  Determinar si los comportamientos son  en general fruto de la emoción descontrolada o el resultado de una decisión consciente.

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